martes, 21 de agosto de 2007

También lo uncool puede ser tendencia


Porque considero que no debo rodearme sólo de cosas cool, porque lo uncool en determinadas ocasiones puede ser muy cool, porque lo cool no tiene que ser necesariamente caro, porque lo caro ni por asomo tiene por que ser cool, y porque lo cool a veces es tan insultantemente caro que pasa inmediatamente a ser uncool...

... por todo eso, tiene su puntito, miran páginas tan poco glamurosas, para mi gusto, como Luxist, y Bornrich, destinadas a caprichos de millonario o The Uncoolhunter, inteligente blog monográfico sobre lo que no está de moda, además de publicaciones especializadas en sofisticados gadgets para adictos a la tecnología.

Además, lo considero un ejercicio mental que me ayuda discernir, lo que de verdad me gusta, de lo que debería gustarme, según la opinión de los gurús de todo esto.

Y creo que no debería ser la única en hacerlo, porque a mi entender, a muchos proyecto de decoración, les falta un buen puñado de humor negro y mala leche, mezclado con unas gotitas de kitsch, y un toque de objeto barato de tienda de los chinos.

Y con esto, ¿qué creo yo que se conseguiría?, pues más complicidad y cercanía con el usuario y cierto sentimiento de nostalgia que fideliza y ayuda a soportar mejor los estándares de decoración pseudosofisticada, a la que los profesionales más solicitados nos tienen acostumbrados.

Ahí va mi recomendación como sufridora de locales de moda: unos paseitos por tiendas de barrio, rastrillos populares, bazares, tascas, mercados, centros comerciales y grandes superficies, pueden ser una alternativa fuente de inspiración.

Y para ilustrar este post, un ejemplo del tipo de objetos que se pueden encontrar navegando por un blog como The Uncoolhunter.

Creada por la empresa From K to J, la Blood Puddle Pillows es una almohada macabra donde las haya, que no dejará impasible a los que nos vean utilizarla para dar una cabezadita en la oficina o después de la comida familiar del domingo.

Ha sido diseñada pensando en los que no han perdido el sentido del humor y es muy recomendable, para curar el síndrome del exclusivo consumo de productos de sofisticado diseño.

El objeto en cuestión, bien merece una sonrisa.

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