
Es de libro que en toda casa bien decorada no puede faltar una antigüedad que de un toque personal (creo que esto ya lo he dicho en otra ocasión) y mitigue un poco ese minimalismos al que nos condenan decoradores y tiendas de muebles "modernillas".

Por La Petite Claudine (bendita sea) conozco la empresa francesa Koziel que se encarga de poner al alcance de los amantes de las antigüedades unas piezas tan originales y divertidas y a precios tan ajustados que estoy deseando poder comprarme, todas no porque se llenaría la casa, pero sí una o dos, que me van a alegrar la vida y dibujarán en la cara de mis invitados una sonrisilla que otra.

Aunque la superficie es plana totalmete se ha cuidado mucho que los modelos parezcan tridimensionales, con los efectos de luces y sombras que crean una ilusión óptica parecida a los trampantojo.

Las piezas son creadas a medida pudiendo pedirlas en el tamaño que se desee para adecuarla a nuestro espacio. Además cada modelo viene con los materiales específicos para fijarlas a suelo, pared, etc.
Increiblemente ingenio, recomiendo echar un vistazo a la web, ya en la intro nos podemos hacer una idea clara de lo que venden pero además meteos en la pestaña Comprendre donde lo explican todo (por ahora en francés) y si pinchamos a la izquierda hay un menú que nos muestra una galería de fotos con ejemplos.
Si tuviera que decorar las habitaciones de un hotel no dudaría en emplear muchísimas de estas piezas, qué divertidas quedarían, casi puedo imaginarlas, cuadros y relojes sobredimensionados junto a sillas para enanitos y butacas gigantes.
Espero que os guste tanto como a mi.

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