La ciudad... como discoteca...

Si el otro día hablaba de la ciudad y sus obras de arte, como espacio para el deporte, hoy quería dejar aquí uno de los últimos trabajos del siempre ingenioso Michel de Broin.


Como de este artistas ya he hablado por aquí, aunque aun está en la zona oscura del ático, esa que no he tenido tiempo de restaurar fotograficamente, me voy a limitar a copiar lo que nos cuenta sobre esta pieza, que a decir verdad tampoco es de las que más me apasionan de él, aunque tengo que reconocer, que tiene gracia ver un espacio tan cuidado, barroco y bien construido, transformarse, por obra y gracia de un solo elemento, en una espacio para el baile más convencional.


La pieza se llamó, La Maîtresse de la Tour Eiffel y fue concebida para la Nuit Blanche 2009 de París, con aparente simpleza pero con una gran producción detrás, ya que para llevarla a cabo tuvo que construir una inmensa bola de discoteca, compuesta por 1000 espejos y 7 metro y medio de diámetro.


Después, la levantó con una grúa a 50 metros de altura y proyectó hacia ella potentísimos focos que al incidir con sus rayos en los cristales produjeron esos típicos destellos de discoteca, pero a tamaño gigante, que giraron y se proyectaron por todos los rincones del maravilloso Jardín de Luxemburgo.


Y ya que estoy con este hombre, no quiero dejar de mostraros otra de sus pieza, bastante más modesta, para la Nuit Blanche, esta vez en Toronto y esa sí que me ha encantado a pesar de no ser demasiado espectacular.


Se llamó Overflow y consistía en una anodina fachada que lanza un gran chorro de agua por una de sus ventanas, que cae a la calle, como si de una catarata urbana se tratara.


No puedo evitar pensar el efecto que debió producir entre los peatones que despistados se encontraran de golpe con semejante despropósito.


Y hablando de agua, también os invito a ver Fuite, una modesta pieza llena de encanto, en la que un chorro de agua sale, cual cantarina fuente, por los agujeros de un enchufe.


Hoy os dejo cosas más divertidas que ya tenía mala conciencia...


He conocido esta obra aquí.