martes, 31 de julio de 2007

Salvando el bacon


Ahora que llegan las vacaciones de verano y que las hipotecas no paran de subir, muchos miramos el pueblo que nos vio nacer, a nosotros, a nuestros padres o a nuestros abuelos, como solución para disfrutar del merecido descanso sin empeñarnos hasta la médula.

Y una vez que nos hemos relajado un poco, lo normal es aburrirse, lo que inevitablemente nos conduce a a fantasear con los nuevos proyectos que vamos a acometer en el siguiente "curso escolar" y que nos van a salvar de nuestra rutinaria vida.


Una de las brillantes ideas más recurrente, es comprar, allí mismo, ese terrenito en plena naturaleza, tan barato, para hacernos un pedazo de chalet, con todos los lujos a los que ni remotamente tenemos acceso en la ciudad. Esto es: bañera enorme, jardín con árboles, gran cocina y piscinón.

Y si al final nos lo compramos, seguramente no será tan chollo como creíamos ¿que pensamos, que los de los pueblos son tontos y nos van a dan duros a peseta?, eso si no nos llevamos la desagradable sorpresa de que no es urbanizable o que nos van a recalificar un buen pedazo para construir una carretera comarcal.

Pues, si sea por lo que sea, no tenemos posibilidad de construir y nos debemos conformar con la casucha semiderruida que servía de cuadra o de pajar, la solución que han ideado los arquitectos de
FNP Architekten para un showroom en Alemania me parece de lo más ingeniosa.


El estudio presentó este proyecto al prestigioso concurso para arquitectos emergentes AR Awards del 2005 ganando uno de los tres premios principales.

Han llamado al proyecto Saving the bacon nombre bastante apropiado pensando que lo que han hecho ha sido conservar y acondicionar unas porquerizas de la Segunda Guerra Mundial, sin tocar para nada la estructura y fachada, que desde luego estaba bastante deteriorada.

Ellos han construido un revestimiento interior en madera, que se adapta sorprendentemente bien a la construcción que quedaba en pie. La han metido por el tejado y luego lo han techado y sellado, dejando un edificio con un perfecto y acogedor interior y un exterior derruido.

Además, para construir el interior a medida, han tenido en cuenta todas las aperturas con las que contaba el edificio en origen, aunque algunas ventanas y puertas no tengan unas medidas muy coherentes, dado que anteriormente no habitaban en él personas sino cerdos.

El resultado es de lo más atractivo, y una buena idea a tener en cuenta en el caso de que tengamos que conservar la casucha de la parcela en la que hemos invertido todos nuestros ahorros.

Visto en Arkinetia y Pink Robot Sushi.

1 comentario:

  1. Vi el proyecto hace unos años en algún sitio... e impactó muchísimo. Enseguida recordé los pueblos abandonados del norte de España, algunas casas que se pueden ver en el campo también abandonadas... es una idea genial para rehabilitar edificios pequeños como este.

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