martes, 17 de julio de 2007

Pequeñas burbujas para guardas recuerdos de viajes


Unos días de vacaciones, era la que necesitaba para desconectar un poco, tampoco demasiado, que luego me acostumbro a la ociosidad.

He visitado Nápoles, una ciudad increíblemente caótica pero con un encanto especial mezcla de decadencia, abandono, y arte por todos sus rincones. Además, por suerte para mi, aún no está dentro de las rutas comunes, establecidas por las agencias de viaje, lo que la hace más agradable y desde luego económica.

Y como siempre que viajo, me sorprende muchísimo lo feos que suelen ser los objetos de recuerdo, siempre con eso dibujos imitando antiguos y esas fotos descoloridas y cutres, eso, o cuando les quieren dar apariencia moderna, es mucho peor, porque en muchos casos pueden llegar a ser vulgares y soeces.


Que pena que no haya encontrado en mi camino unos souvenirs tan interesantes como las pequeñas obras que ha realizado el artista Gregory Euclide para la galería OKOK Gallery, de Seattle y que he visto en Cool Hunting.

La instalación se llama "I Have Been Remembering: Half-Lives & Half-Truths" y me encanta. Se trata de pequeñas burbujas de plástico transparente, de una pulgada de diámetro, en cuya parte trasera se han impreso pequeños fragmentos de fotos de Seattle y que han sido llenadas de agua y selladas.

Tanto el líquido como las imagenes tienen mucho que ver, puesto que el agua ha sido recolectada en distintos puntos de la ciudad e inyectada según su relación con las fotos.


El autor ha creado cientos de estas burbujas diferentes y las ha colocado en las paredes y cristales de la galería, para darnos pequeñas pinceladas de recuerdos, distorsionados por el agua y que además van cambiando según el líquido se va consumiendo.

El efecto es de gran sutilidad y desde luego como souvenir sería interesantísimo, un poco del tipo de los trozos de muro que te venden en Berlín metidos en una caja y con una foto del trozo de muro de donde ha sido sacado.

Me imagino pequeñas fotos de las calles de Nápoles de las ruinas de Herculano o de la isla de Procida, sumergidas en agua de mar decorando las paredes de mí atiquito, lo bien que quedarían. De vez en cuando iría o pediría a alguien que me trajera unos litros de agua del Mediterráneo para rellenar mis paisajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario